Julio, Binissaida y Menorca guardan el sabor de las estrellas que cubren la piscina donde hemos bailado, reído, hablado, dormido en dos grandes talleres recién terminados. Los polluelos de golondrina abandonaron el nido del porche, nuestro comedor abierto al mar donde pudimos presenciar su primer vuelo. La luna empezó llena y fue menguando hasta dejarnos solos.
Se diría que nadie sale como ha entrado. Binissaida, islada como una mano amiga, nos quita velos -también desvelos- para mostrarnos lo que había en nuestra propia maleta.
La calidad y la cualidad de los autores (Juan Arnau, primero, y Jesús Aguado y Juan Vicente Piqueras, después) nos han desviado la mirada y hemos visto cosas nuevas, hemos aprendido otras formas de ver y estar en el entorno. Otras formas de ser. Han sido dos semanas intensas, luminosas y muy calurosas, sí, como en todas partes. La casa se vacía y nos espera en septiembre, para seguir hilvanando almas movedizas que llevadas por el deseo, la intuición y el azar, nos reuniremos de nuevo en torno a la luna menguante que cede el protagonismos a las constelaciones.
Quedan aún sillas vacías en el comedor, alguna cama, una tumbona en la piscina... queda alguna plaza esperando que la indecisión se funda y nos podamos encontrar alrededor de Josefina Salord, Bernardo Souvirón o, para quienes quieran probar las mieles de la escritura, de Ana Haro y Mariona Fernández.
Os esperamos como siempre con los brazos boquiabiertos. Os deseamos un agosto feliz y fresco. Y que la lluvia nos riegue y nos ampare.
BASADAS EN HECHOS REALES
ALBERT CAMUS, EL PRIMER HOMBRE. DEL ABSURDO Y LA REVUELTA AL AMOR
LA SOCIEDAD AGONÍSTICA Y LA INEVITABILIDAD DE LA GUERRA
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